Imagen: Captura de la web de la Fundación Descubre

A Susana Sierra y las chicas del UniCafé

Imaginad que estáis buscando información sobre fuentes de energía. Todo en orden: energía solar, hidráulica, eólica… hasta que, de repente, entre paneles solares y turbinas, aparece un párrafo sobre la compra de Viagra por parte de los hombres andaluces. Sí, sí, como lo leéis.

Tras el pasmo inicial, he llegado a la conclusión de que un desvarío de tal calibre puede darse por motivos diversos; uno de ellos es dejar que la inteligencia artificial escriba por nosotros. Para muchos, redactar con IA se ha convertido en una solución universal, rápida y eficaz que, aunque genera textos sin alma, ahorra tiempo y esfuerzo a quien está a cargo de publicar algo. Con lo que quizá no siempre se cuenta es con que puede ponerse creativa y, en vez de simplemente ejercer de «varita mágica» textual, hablar del mantenimiento de la susodicha en perfecto estado de revista.

Que tal disparate se haya llegado a publicar en la web de una fundación dependiente de un organismo público no es cuestión de si se escribió con IA o no: el error más importante es la falta de revisión humana. Por mucho que llegue a avanzar la tecnología, el ojo humano sigue siendo indispensable para garantizar la calidad y coherencia del contenido.Y, sobre todo, para evitar que los lectores lleguen a preguntarse si ciertos «combustibles» convalidan como fuentes de energía; más de uno podría entender que la famosa pastillita azul aspira a sumarse al carbón y a la biomasa, y no tengo muy claro que el mix energético europeo esté listo para incluir este tipo de «renovables».

Esto me recuerda que existe un tipo de calefacción llamado calor azul, sinónimo de eficiencia y ahorro. Quizá ahí está la clave y alguien —IA o no— se ha aventurado a hablar de un «calor azul» que también sube la temperatura por otros medios quizá no tan eficientes, pero seguro que más entretenidos.

Este caso nos deja una lección clara: es imprescindible releer antes de publicar (y, por qué no, también después). No hacerlo puede generar situaciones tan absurdas como esta. Así pues, tanto si confiáis en una IA para escribir como si os toca publicar algo ajeno bajo vuestra responsabilidad, aseguraos de que el resultado no se convierte en un «calentón digital». 😉

Publicaciones Similares