La tecnología nos brinda a los traductores y a los correctores herramientas extraordinarias para facilitar nuestro trabajo. Rocío Serrano, socia de UniCo, nos habla de Xbench, un software desarrollado por la empresa ApSIC, que «se utiliza no solo para el control de calidad de las traducciones […], sino que también ejerce de gestor terminológico y herramienta de búsqueda».

A muchos se nos ha pasado por la cabeza más de una vez que llegará el día en que la tecnología nos arrebate nuestro modo de vida. Si encima nos dedicamos a la traducción o a la corrección, no habrán faltado los cuñaos y personas de bien que, casi siempre por puro desconocimiento, sueltan preguntas y afirmaciones tan manidas como: «Pero ¿lo que tú haces no lo hace ya el corrector de Word?» o «¡Bueno! Con Google Translate ya mismo te quedas sin trabajo».

Es evidente que a todos nos da un cierto miedo lo desconocido, especialmente si puede entenderse como una amenaza. Sin embargo, casi siempre ha de verse la tecnología más como un complemento que como un sustituto. Por ejemplo, los revisores de traducciones (aquellos traductores con la suficiente experiencia como para juzgar la calidad de una traducción y sugerir las correspondientes modificaciones, si proceden) contamos con determinadas herramientas que nos ayudan lo indecible en nuestra labor, ya que automatizan la detección de errores comunes, al tiempo que permiten mantener la coherencia entre varios archivos y agilizar todo el proceso de revisión.

¿De qué forma nos pueden servir de apoyo estas aplicaciones? Son capaces de detectar de forma automática aquellos segmentos que se han traducido de forma distinta, si el traductor se ha equivocado al escribir una dirección URL, si los números en origen y destino no coinciden; incluso si se ha seguido la terminología propuesta por el cliente o se han utilizado términos prohibidos, por mencionar solo algunas de sus prestaciones. Además, la mayoría incorpora opciones para comprobar la ortografía, lo que elimina la necesidad de utilizar complementos o programas específicos para ello.

Las herramientas de traducción más conocidas, como SDL Trados Studio o memoQ, ya permiten realizar algunas de estas comprobaciones de forma interna; de hecho, llegan a brindar unos resultados más que destacables. Con todo, las aplicaciones desarrolladas específicamente para este fin proporcionan un abanico de posibilidades mucho más amplio.

Una de estas herramientas —quizá la más conocida— es Xbench, desarrollada por la empresa barcelonesa ApSIC. Este potente software se utiliza no solo para el control de calidad de las traducciones (comúnmente conocido como QA, del inglés Quality Assurance o ‘garantía de la calidad’), sino que también ejerce de gestor terminológico y herramienta de búsqueda.

Por lo que respecta al control de calidad, Xbench divide las comprobaciones que es capaz de hacer en tres categorías principales: Basic, Content y Checklists; la cuarta, que habría que añadir manualmente tras seleccionar nuestros idiomas de trabajo, es el corrector ortográfico o Spellchecker. Dentro de la categoría Basic, Xbench puede detectar automáticamente cadenas sin traducir, incoherencias entre segmentos o bien si se ha copiado accidentalmente el texto de origen en la traducción. En segundo lugar, Content agrupa aquellas comprobaciones que afectan al contenido, como el hecho de no seguir la terminología del cliente (o Key Term Mismatch), errores de etiquetas, paréntesis o comillas ausentes, direcciones URL mal escritas, palabras repetidas, dobles espacios o cifras que no coinciden, entre otras. Por su parte, el apartado Checklists es probablemente el más interesante, pues puede detectar patrones concretos que el propio usuario introduce según sus preferencias y necesidades. A modo de ejemplo, si sabemos que es habitual la confusión de tono con tomo, o bien si queremos que el programa detecte términos que el corrector ortográfico no marca por tratarse de palabras correctas, pero que suelen usarse habitualmente de forma errónea (como elije u osea, entre otras), podremos confeccionar listas de comprobación con estos y otros errores. Para ello, se permite emplear expresiones regulares y caracteres comodín de Word si es preciso.


Una vez cargados los archivos traducidos en Xbench, así como los glosarios que deban seguirse (ya sean propios o suministrados por el cliente), pulsaremos Check Ongoing Translation para ver qué errores se han cometido; también existe la posibilidad de emplear únicamente las listas de comprobación. Los resultados se pueden exportar en distintos formatos (Excel, HTML o TXT); pese a ello, para introducir los cambios necesarios habrá que volver a la herramienta en la que se tradujo el texto; el programa no incluye ningún editor integrado.

En alguna ocasión me han preguntado si es mejor utilizar este programa antes o después de revisar a vista de ojos; siempre respondo que depende. Si la traducción es propia, yo abogo por comparar primero el texto de origen y el de destino de manera tradicional y, posteriormente, pasar Xbench a fin de comprobar si se nos ha escapado algo. Por el contrario, en caso de que debamos evaluar rápidamente la calidad de una traducción ajena mientras negociamos su revisión con el cliente (sobre todo cuando este nos asegura que la traducción está bien y que seguro que la revisión no nos llevará mucho tiempo), conviene hacer una primera pasada de Xbench y ver qué resultados nos devuelve. Si ya el programa es capaz de detectar errores de bulto, sabremos que el tiempo asignado para la revisión probablemente se quedará corto. Al terminarla, eso sí, no está de más que hagamos una última comprobación para asegurarnos de que no nos hemos dejado nada por el camino.

En cuanto a su uso como gestor terminológico, Xbench permite cargar archivos de numerosos tipos, ya sean glosarios, memorias o incluso archivos traducidos. No obstante, a diferencia de otras aplicaciones, aún no es compatible con las hojas de Excel (formato al que numerosos clientes siguen aferrados para gestionar su terminología); es necesario, en este caso, convertir el Excel a TXT separado por tabulaciones con objeto de que Xbench pueda leerlo. Por el contrario, sí que cuenta con una practiquísima función: la de exportar un solo archivo o un conjunto de ellos en distintos formatos; puede que el más interesante sea el TMX (del inglés Translation Memory eXchange), el formato estándar de intercambio de memorias de traducción, que nos permitirá importar el archivo resultante en memorias de traducción de muy diversas herramientas.

Finalmente, el menú Internet permite agregar enlaces explícitos (aquellos en los que el concepto buscado aparece directamente en el enlace de búsqueda). Por ejemplo, si queremos hacer búsquedas en Wordreference, podemos añadir directamente el enlace explícito de forma que aparezcan seleccionados nuestros pares de idiomas de trabajo, en lugar de introducir el término en la página de inicio y seleccionar el diccionario cada vez que accedamos a la página. Además, mediante atajos de teclado, se pueden lanzar las búsquedas directamente en la URL que elijamos, de entre la selección que hayamos configurado.

En suma, estas son solo algunas de las características que convierten a esta herramienta en una de las opciones más demandadas tanto por los traductores y revisores como por los clientes. ¿Su precio? 99 euros al año para la versión 3.0, aunque hay ofertas varias veces al año, y la versión 2.9, más limitada, sí es gratuita. Aunque carece de algunos puntos fuertes que otras sí tienen, como la posibilidad de editar los archivos internamente, es tan completa y personalizable que sigue siendo imprescindible para muchos.

Artículo publicado en el número 10 de Deleátur, la revista de los correctores de texto de UniCo. Consulta los números anteriores de Deleátur aquí.