Amelia Padilla, socia de UniCo, nos habla de los cambios que introduce la vigente norma de signos de corrección, la UNE 54051:2016, y para ello cuenta con las opiniones de Rafael Pozo y Adela Mejías, los dos expertos que le dieron forma.

Los modelos establecidos en los distintos sectores industriales, como el editorial, están viviendo los cambios y reestructuraciones producidos por la situación actual. En este sentido, caminamos hacia una nueva identidad y formas de trabajo. «Cada vez queda más lejano aquel taller de artes gráficas centrado en una operativa tradicional del oficio y el saber hacer individual»¹.

Antecedentes y actores

Una de las tareas que desarrolla el Comité Técnico AEN/CTN 54 de Industrias Gráficas de AENOR es revisar y actualizar todas las Normas UNE relacionadas con el control y gestión de la producción en la industria gráfica. Como consecuencia, la Norma UNE 54051 Signos de corrección también ha sido actualizada, puesto que todos los profesionales de la edición, corrección, diseño e impresión trabajábamos con la de 1974, con una versión actualizada de la primera norma, de los años cincuenta.

El técnico de este proyecto de revisión fue Rafael Pozo, director de Ediciones CPG, experto diseñador e impresor, miembro del comité AENOR y profesor del máster de Edición de la UPF-BSM Barcelona School of Management, a partir de la investigación llevada a cabo para su tesis doctoral. Y como coordinador de la revisión de la norma de signos de corrección, dispuso de la colaboración, en el curso académico 2015-2016, de la también profesora del máster de Edición Adela Mejías, a título de especialista en corrección.

En este número, contamos con las opiniones de los dos expertos que dieron forma a la vigente norma, la UNE 54051:2016, de signos de corrección.

 

¿Podría explicarnos de qué trata la norma?

Rafael Pozo: Los signos de corrección sintetizan un código de órdenes diseñadas para facilitar la comunicación entre los profesionales de la edición y la impresión. También representan el primer paso en la formación e integración de los nuevos profesionales de la edición impresa, por lo que mi proyecto siempre tuvo dos vertientes: la formativa y la técnica. De hecho, pudo realizarse gracias al apoyo de la UPF-BSM y del director del máster de Edición, Javier Aparicio Maydeu (PhD), que me facilitaron la estructura que posibilitó la investigación.

 

Presentación de la nueva Norma UNE 54051, UPF Barcelona School of Management

 

¿Cómo se ha elaborado?

Rafael Pozo: La vigente Norma UNE 54051:2016 se ha redactado a partir de una profunda actualización complementada por las directrices de una serie de autores que, en sus manuales técnicos, han reflexionado sobre este tema. Por tanto, esta nueva norma aglutina la experiencia profesional y la reflexión académica del colectivo de la edición y la impresión. Entre estos autores destacamos a E. Martín; J. Martínez de Sousa; J. M. Pujol y J. Solà; J. M. Mestres; J. Costa; M. Oliva, o R. Fité, entre otros.

Mi colega Adela Mejías, con su experiencia y conocimientos académicos, garantizó la coherencia, actualidad, efectividad e integridad del compendio de llamadas, signos y señales que integran el código de corrección de textos, así como su uso.

 

¿Cuáles fueron los objetivos iniciales?

Rafael Pozo: Esta norma tiene por objeto determinar la utilización de los grafismos que se pueden usar para señalizar el lugar exacto donde se debe aplicar una corrección, tanto en textos tipográficos como en pruebas impresas. Esta norma se dirige a todos los profesionales involucrados en los procesos de corrección, edición, diseño y producción gráfica de textos aplicados a las diversas tipologías de producto gráfico impreso. La única finalidad de los signos, señales e indicaciones consiste en facilitar la comprensión e interpretación del proceso de corrección. La mayoría de los grafismos empleados en la corrección son internacionales, anteriores a la invención de la imprenta —los primeros provienen de los correctores de manuscritos, y los crearon para corregir el trabajo de los copistas— y se usan en casi todos los países con ligeras diferencias. Por ello, esta norma pretende unificar criterios con el fin de que sean comprensibles por todos los que intervienen en el proceso de corrección, a la vez que intenta acercarse al actual proceso de edición y producción, informatizado y digital, del siglo XXI.

La nueva norma

¿Qué cambios introduce esta actualización de la norma respecto a la que utilizábamos los correctores hasta ahora?

Adela Mejías: El proceso de corrección de un texto por el que se convierte en un producto impreso o digital es complejo, e intervienen en él no pocos y diferentes profesionales: desde el autor, que crea el texto; el editor, que coordina la obra y es responsable de todo el proceso (como revisar las correcciones efectuadas y su inclusión); el corrector, que garantiza la integridad y calidad del texto, según la normativa del idioma en el que se publique; el diseñador o maquetador, que da formato al producto; los profesionales de la industria gráfica, impresores, encuadernadores, etcétera. En este proceso, siempre ha sido imprescindible un código común sencillo y comprensible para todos: el sistema de signos de corrección. Ahora bien, el momento actual pasa por la autoedición y autopublicación en muchos casos, o la publicación únicamente en digital, por lo que la corrección y el control editorial se suelen limitar al dominio del control de cambios de Word y poco más. Sin embargo, para garantizar la transmisión, la fiabilidad de los procesos y la comprobación del control de calidad, es preciso tener constancia de cada una de las fases de esta revisión. Por este motivo, muchas empresas de edición aún utilizan estos signos; es cierto que mediante la entrada manual a lápiz en los PDF podemos incluir todos los signos de corrección tradicionales, con lo que garantizamos el flujo de trabajo digital, a la vez que establecemos con seguridad qué tipo de revisión se ha hecho en cada fase; es decir, se trataría de una secuenciación con garantías.

 

En este proceso actual resultan del todo innecesarios los signos que se refieren a los errores típicos producidos en la imprenta de tipos móviles, por ejemplo. Y la experiencia nos decía que había que incluir otros que solucionaran ciertas lagunas, como puede ser el caso de la señalización de un carácter que deba ir en posición media, y, si fuera preciso, indicar su tamaño (como sucede con los guiones). Al mismo tiempo, las nuevas tecnologías han integrado en nuestras profesiones signos que tenían que acabar reconociéndose (como el calderón para indicar un nuevo párrafo).

 

¿Hay más novedades?

Otras novedades vienen de la observación de la práctica general del oficio de corrector, y supusieron una propuesta, que acabó aprobando el AEN/CTN 54 de AENOR, para proporcionar un referente unificador a nuestro colectivo, aunque reflexionando asimismo sobre el uso personal de cada profesional (como en el caso del signo de supresión, en el que optamos por uno muy parecido a vuestro logo, deleátur, reconociendo, eso sí, el uso de otros igual de efectivos, como el que se asemeja a la phi griega, por ejemplo).

Y novedoso es también todo el apartado dedicado a la marcación del texto, pues incluye muchos signos referentes al formato, ya que no hay que olvidar el proceso, donde en un mismo documento de trabajo sería ideal que todos los participantes entendieran las indicaciones, tanto el diseñador, como el editor, el corrector y el impresor.

Creo que era necesaria, desde hacía tiempo, una revisión a fondo de la anacrónica norma que utilizábamos para corregir, y por eso me pareció interesante y útil formar parte de este proyecto, que seguro que habrá que ir revisando y actualizando conforme pase el tiempo y los métodos y procesos sigan evolucionando.

Bibliografía:

¹Gestión y control de la producción en la industria gráfica. Normas UNE. Barcelona: AENOR ediciones, 2016, pág. 5.

Artículo publicado en el número 10 de Deleátur, la revista de los correctores de texto de UniCo. Consulta los números anteriores de Deleátur aquí.

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