Encima de la destartalada mesa de Erasmo CJ, entre bolígrafos y pinturines de todos los colores, pero ninguno discreto, facturas (sin pagar), galeradas, libros pendientes de solo leer (los que menos lee), mariquitas de colección de toda laya, relojeros tictaqueros, recortes de crucigramas y borradores de cartas al director de su diario diario –por mencionar lo más aparente y descriptible, y a riesgo de que se considere errata lo último–, Faustino Tosuno ha depositado, con gesto indiferente y sin privarlas de la ceniza de su eterno cigarro de los de liar, unas cuantas fotos que dice que han llegado a sus manos de unos señores que andan buscando en la realidad que les circunda testimonios que avalen la justificación de su existencia profesional (esto es traducción de lo que Faustino dice a la pata la llana, como suele, y que brinda el narrador, que le conoce bien y está para ayudar). Erasmo CJ advierte enseguida, como su semblante delata, que han de ser los mismos que una buena tarde, a la hora de la siesta, que suele practicar impenitente pero discreto, vinieron a adjudicarle inopinadamente y valiéndose de los sofisticados medios informáticos en lo que a duras penas él se bandea, y no sé qué gaitas de verbos y agilidades, el encargo de apostillar como buenamente sabe una caza de gazapos, erratas, errores, meteduras de pata y otras especies (que digo yo que vale por los gazapos, pero dime tú a mí cómo se caza lo que les sigue, pero ellos que saben mucho sabrán) para un Observatorio o Mirador o Terraza con vistas, que en esto no se aclara mucho, y luego entretener al personal, debidamente catequizado por un maestro Próvido o así, que acostumbra apabullar con su cacumen y resolver entuertos con fundamento –la resolución, que los entuertos nunca tienen fundamento, interesa precisar al narrador–, que ha tomado buena nota asimismo de las instantáneas de marras, que vienen a ser las susomentadas erratas y demás, vete tú a saber por qué tal sustitución es posible a manos de algo como las marras. Y tiene para sí que las ha dado un repaso el entendido y documentado que ya se puede uno imaginar la tembladera de piernas que les tiene que entrar a quienes la han pifiado de manera tan provocadora (y fotogénica), porque, hete tú aquí que, además, al parecer una diestra y diligente María y punto, las sube –así se da en llamar, en una de esas metáforas de la vida cotidiana que recogieron en un libro Lakoff, don Jorge, y Johnson, don Marcos, que un día entretuvo los ocios que ya no disfruta este narrador de situaciones, a esa operación inmaterial– a un blog, que viene a ser como una especie cuaderno de bitácora virtual de una navegación tal cual (y no un tronco de red, que es como al principio se oyó decir a la hermana del Faustino de la segunda línea, que aprendió, o afirma ella, inglés con las canciones de los Beatles y recordaba aquello de «It’s been a hard day’s night, and I’ve been working like a dog, It’s been a hard day’s night, I should be sleeping like a log», y aquí está), el cual blog está a la vista de propios y extraños, pero todos atentos y mordaces y memoriosos, que tomarán buena nota y ya no dejarán de asociar la pifia al responsable de la empresa anunciadora que se solía decir cuando entonces, o asimilados. Entiéndese también que la tal diestra y diligente María, que tiene la parte menos lucida y, si corresponde, jocunda y risible, pero es la más poderosa (esto, en repetido soniquete, recuerda algo al narrador, pero no acaba de precisar en su galopante desmedro), rematará la faena (y que perdonen los catalanes por esta evocación taurina) sacando los colores y requiriendo enmienda por correspondencia, como los cursos de CEAC, a quien se haya puesto tan lamentable e inelegantemente a tiro: ¡dígase si no esto poderío! Pero que hable Erasmo CJ, que la explicación no da para más y yo estoy aquí de rondón, que ya es estar. Pero no sin antes advertir de la capa o capita roja con la que le ha dotado en su magín un retratista más divertido que atinado, porque jamás se ha prestado nuestro hombre a posar, que es de natural esquivo.

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