La traductora y correctora María Ester Capurro, colaboradora de Deleátur, tiene la  respuesta. Capurro nos habla de la Academia Argentina de Letras, de sus funciones y publicaciones y de los departamentos que la componen. Además, ha conversado con su director,  el Dr. José Luis Moure.

Historia

La institución que hoy es la Academia Argentina de Letras fue creada por decreto del presidente provisional de la Argentina, general José Félix Uriburu, y su ministro de Justicia e Instrucción Pública, don Guillermo Rothe, el 13 de agosto de 1931. Contó con varios intentos previos para formar una corporación que se preocupara por el cuidado de la lengua y protegiera el patrimonio cultural del idioma; esfuerzos que datan de 1870 y que se cristalizaron en el año 1931.

Funciones de la Academia

Las funciones de la Academia Argentina de Letras, según su acta constitutiva, son las siguientes:

a) Dar unidad y expresión al estudio de la lengua y de las producciones nacionales para conservar y acrecentar el tesoro del idioma y las formas vivientes de nuestra  cultura.

b) Entender en todo lo referente a creación, discernimiento y reglamentación de los premios literarios instituidos o a instituirse por la Argentina.

c) Estimular las formas de elevar, en sus múltiples aspectos, el concepto del Teatro Nacional, como importante factor en la educación y cultura populares.

d) Velar por la corrección y pureza del idioma, interviniendo por sí o asesorando a todas las reparticiones nacionales, provinciales o particulares que lo soliciten.

¿Por qué Academia Argentina de Letras y no «de la Lengua», como las academias hermanas?

Se pone un acento evidente en la literatura junto al cuidadoso estudio del idioma y la importancia que se le dará al valor social de los escritores. Al elegir «de Letras» para la denominación de la Academia, se integra tanto el idioma como la filología y la lingüística, y también las obras históricas y sociológicas, consideradas desde el punto de vista de la forma.

En el año 1940 se elige como emblema de la Academia una columna jónica, y el lema que la acompaña es Recta sustenta.

Es muy interesante la explicación que da el académico de número don Enrique Banchs sobre la significación del emblema adoptado:

El sentido emblemático de la columna griega es múltiple y evidente por el destino útil y por la depurada forma que esta tiene. La Academia la ha adoptado como signo, a la vez, de la materia de su labor y de la aspiración de su labor. En efecto, asocia su simbolismo al idioma. Se asienta en la tierra, como el habla en el pueblo, y va rectamente hacia la altura en conjunción perfecta de solidez y de esbeltez para mantener en el éter luminoso el friso de figuras heroicas. De semejante manera, el idioma se eleva conciliando la gracia delicada de su musicalidad con el recio vigor expresivo y, luego de afinado en la voluta severa y leve del capitel, culmina en la obra de arte literario en que, como en un friso ideal, se convocan las palabras para expresar un designio superior a sí mismas. Elemento, entre todos, eminentemente constructivo, bien puede ser la columna un parangón del propósito que la Academia se impone y del espíritu con que ha de realizarlo: sustentará con rectitud, como lo confirma su lema. Y aquello que sustente ha de poseer, asimismo, la belleza, tendida hacia lo alto, irreductiblemente simple, sobria y cabal del fuste jónico.

Mesa Directiva

• Presidente: José Luis Moure
• Vicepresidenta: Alicia María Zorrilla
• Secretario general: Rafael Felipe Oteriño
• Tesorero: Rolando Costa Picazo

Sede

Sánchez de Bustamante 2663. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.

Departamentos

La Academia está dividida en departamentos que cumplen distintas funciones. Son los siguientes:

Departamento de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas

Este departamento se encarga de las recomendaciones y observaciones sobre la lengua; tramitación de nombres para el Registro Civil; consultas en el Diccionario de la lengua española o consultas de dudas en el Diccionario panhispánico de dudas; últimas voces tratadas en la Comisión «Habla de los argentinos» y consultas idiomáticas.

Biblioteca

La biblioteca posee un amplio catálogo en línea y un catálogo de obras digitalizadas por la Academia Argentina de Letras.

Departamento de Administración

Este departamento se ocupa de todo lo relativo a la administración de la institución y elaboración de presupuestos. Cuenta también con una sección que se ocupa de las publicaciones, ventas y relaciones con los medios.

Departamento de Presidencia y Relaciones Institucionales

Este departamento, además de ocuparse de todo lo relativo a la presidencia y la secretaría general, entre otras cosas atiende las entrevistas, las comunicaciones y el correo institucional.

Publicaciones

Desde su creación, la Academia ha generado una nutrida serie de publicaciones; la primera fue el Boletín, cuyo primer número se publicó en 1933 y comprendía el primer trimestre inicial de ese año. El Boletín de la Academia Argentina de Letras (BAAL) sigue editándose y ha alcanzado los números 329-330 hasta el año 2014. Actualmente hay en prensa dos volúmenes. Se ha publicado, en forma independiente, un Índice general del Boletín (1933-1982) (Buenos Aires, AAL, 1984), que comprende los números 1 a 186. Hoy en día, se prepara la actualización de dicho índice hasta el presente. Es importante mencionar que, por correo electrónico, el Departamento de Publicaciones envía a sus suscriptores el Boletín informativo digital; de esta manera, todos los interesados podemos contar con una actualización permanente de las novedades que se van produciendo no solo en lo que se refiere a publicaciones, sino también a obras literarias, nuevos académicos, actos, charlas, noticias en el resto del mundo, etcétera.

En 1941 se inicia una primera serie de libros de la corporación, la de «Clásicos Argentinos», serie que ha alcanzado dieciséis volúmenes.

Una segunda serie se inaugura en el año 1946, la de «Estudios Académicos», de contenido variado, como traducciones, memorias, estudios críticos o biografías.

En 1976 comienza la serie de «Estudios Lingüísticos y Filológicos», cuyo primer volumen es sumamente valioso: Observaciones sobre el español en América y otros estudios filológicos, con una serie de trabajos compilados por Pedro Henríquez Ureña.

«Homenajes» ha rendido tributo a figuras de las letras como Cervantes, Pedro Salinas, Vicente Huidobro, José Hernández, García Lorca, Sarmiento, Alfonso Reyes, Juana de Ibarbourou, sor Juana Inés de la Cruz y Victoria Ocampo, entre otras.

También se editaron en forma independiente los discursos de los académicos desde 1933 hasta la actualidad.

Entre las publicaciones fuera de serie, figuran docenas de tomos de diversa materia: el Léxico del habla culta de Buenos Aires, Acuerdos acerca del idioma (doce tomos), Dudas idiomáticas frecuentes, Registro del habla de los argentinos y un sinfín de trabajos que dan cuenta de la continua labor investigadora que realiza la Academia Argentina de Letras.

Academia 2En 2017, la Academia publicará la tercera edición del Diccionario del habla de los argentinos, tras las dos primeras publicadas en 2003 y 2008. Se sumarán 1111 términos y 328 modismos habituales. En él se documentan las variadas formas del habla de todas las regiones de la Argentina y los distintos niveles de uso. Por ejemplo, se incorporarán palabras como las siguientes:

Carpetazo: Difusión de información comprometedora sobre una persona, en particular un funcionario público o un militante político, y a partir de datos provenientes de una carpeta.

Estoquear: Acopiar cualquier tipo de mercadería para su comercialización más ventajosa.

Cortamambo: Que arruina el clima positivo o el entusiasmo por hacer algo.

Bombazo: En el fútbol, tiro muy potente.

El presidente de la Academia Argentina de Letras, Dr. José Luis Moure, conversa con nosotros

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La Academia Argentina de Letras participa activamente en diversas actividades culturales, académicas y científicas, tanto en nuestro país como en el exterior. Además de esa gran labor, ¿considera que debería impulsar el buen uso del idioma en los medios de comunicación y trabajar en conjunto con ellos para mejorar la escritura de las comunicaciones periodísticas como lo hacen algunas instituciones en otros países? ¿Se está haciendo algo al respecto?

La Academia impulsa el buen uso de la lengua castellana (en su registro estándar culto) por todos los caminos y desde todos los foros a los que tiene acceso. Pero no tiene poder de policía para imponer su presencia y voz directamente en los medios de comunicación o en el periodismo; solo puede apelar al prestigio que le dan sus ochenta y cinco años de existencia, difundir el respeto y la práctica de la normativa léxica, gramatical y ortográfica a través de sus numerosas publicaciones, de su Boletín semestral, responder a las inquietudes sobre los temas lingüísticos que se le formulan por distintas vías y asesorar a las reparticiones y órganos periodísticos que soliciten su opinión.

Mediante su servicio de asistencia telefónica, el Departamento de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas responde en línea o por correo a todas las consultas que se le formulan.

¿El Ministerio de Educación de la Argentina consulta a la Academia para la modificación u optimización de los planes de estudio? En caso negativo, ¿cree que la Academia debería intervenir?

Eso no ha sucedido a lo largo de los años en los que me he desempeñado como académico. Considero que la visita realizada a nuestra institución en noviembre pasado por el señor ministro de Educación, su participación en el acto de entrega de medallas a los mejores promedios de los egresados de la carrera de Letras de las universidades argentinas y sus palabras en el discurso pronunciado ese día autorizan nuestro optimismo. Deseamos colaborar tan estrechamente como sea posible, y así lo dijimos al funcionario, en la mejor formulación de los planes y actividades educativas que apunten al mejoramiento de la calidad de la enseñanza y práctica de nuestra lengua. Es una función que nos compete de manera directa y cuyo espíritu se encuentra manifiesto en el estatuto de fundación de la Academia.

«Las lenguas de los pueblos originarios son parte indisoluble de nuestro patrimonio cultural e histórico argentino (en algún caso compartidamente con países hermanos), por lo tanto, toda actividad que tienda a su cuidado, dignificación y cultivo contará con nuestro beneplácito y apoyo».

El idioma nacional es el español o castellano; sin embargo, nuestro país cuenta con una riqueza de lenguas originarias a las que no se les da la importancia que deberían tener. Dado que son lenguas argentinas, quisiera saber si la Academia está trabajando en algún proyecto para preservar estas lenguas originarias, muchas de ellas en peligro de extinción.

Desearía que mi respuesta fuese prudente y objetiva, esto es, atenta a lo que la historia y la realidad nos muestran y exenta de prejuicios de cualquier signo, que suelen enturbiar las miradas sobre el problema. Las lenguas de los pueblos originarios son parte indisoluble de nuestro patrimonio cultural e histórico argentino (en algún caso compartidamente con países hermanos), por lo tanto, toda actividad que tienda a su cuidado, dignificación y cultivo contará con nuestro beneplácito y apoyo. En distintas universidades argentinas se desarrollan proyectos que involucran el estudio de las lenguas originarias, ya sea para su inclusión en los programas de educación intercultural bilingüe o para la consideración de aquellos rasgos que están en la base de interferencias presentes en las variedades regionales del español, y sus conclusiones son de particular interés para nuestra institución en tanto contribuyen a la descripción de la historia y empleo del castellano en la vasta geografía del país.

Pero a diferencia de esas lenguas, legítimamente nacionales en cuanto se hablan en la Argentina, pero con muy diferente vitalidad y número de usuarios, con distinto grado de interferencia del castellano desde la época de la conquista —pensemos en el quechua santiagueño o en el guaraní—, muchas de ellas carentes de escritura o de un grado aceptable de normalización gramatical, y algunas en gradual proceso de desaparición, el castellano es el medio de comunicación de quinientos millones de usuarios, es la lengua de veintiuna naciones y se extiende por veintitrés países; cuenta con una literatura plurisecular y riquísima y atiende en plenitud a todas las funciones de un idioma: comunicación individual, colectiva e internacional, expresión cultural en sus plurales dimensiones, educación, administración, tradición, etcétera. Un instrumento lingüístico de esa magnitud impone tareas y responsabilidades que absorben con mucho la preocupación central, los medios y los tiempos de las academias, y la nuestra no es la excepción: en una enumeración no exhaustiva pienso en las gestiones de consenso entre los países hispanohablantes para la aceptación de normas compartidas de uso en el registro culto, su difusión y promoción entre los usuarios, la búsqueda de políticas de fomento de la lectura y la escritura de esa variedad elaborada compartida, la publicación de obras literarias nacionales clásicas, la concesión de premios a la creación, la integración de jurados, la colaboración con el Diccionario de la lengua española y otros corpus léxicos supranacionales como el CORPES y el registro de las particularidades dialectales (léxicas y gramaticales) de cada región y de cada país y su plasmación en repertorios específicos.

«Hoy conformamos un mundo heterogéneo voluntariamente vinculado por la misma lengua, con normas gramaticales y ortográficas consensuadas, cuya promoción y cuidado asumen las veintitrés academias asociadas en la Asociación de Academias de la Lengua Española».

Por último, me gustaría saber su opinión sobre la idea de unidad del español, dado que son veintitrés las academias que forman parte de la Asociación de Academias de la Lengua Española y uno podría pensar que es muy difícil lograr esa unidad.

Es una noción aceptada y aprehendida que toda lengua es primariamente y en esencia un instrumento de comunicación. Nace, por lo tanto, de su inicial empleo oral, y es el posterior desarrollo cultural, político y social el que lleva a su plasmación en un registro más elaborado, que se manifiesta en la escritura, en la elaboración de gramáticas y diccionarios normativos y en su uso ampliado a funcionalidades crecientes. En el caso del español, ese rango fue alcanzado en la Edad Media, aunque con la notable particularidad de que su extensión al vasto territorio americano creó, después de las revoluciones independentistas del siglo xix, el problema de preservar una unidad que estuviese por encima de la existencia de la veintena de naciones entonces surgidas, cada una de las cuales podría haber tomado un derrotero lingüístico autónomo, como optó por hacerlo en lo político. No obstante, el interés colectivo de los hispanohablantes por seguir perteneciendo a un universo cultural compartido a un lado y otro del Atlántico neutralizó esa posibilidad y hoy conformamos un mundo heterogéneo voluntariamente vinculado por la misma lengua, con normas gramaticales y ortográficas consensuadas, cuya promoción y cuidado asumen las veintitrés academias asociadas en la Asociación de Academias de la Lengua Española.

«Una academia puede y debe actuar concentrada en la promoción, buena enseñanza y cultivo de aquel registro elaborado, el que es propio de la Administración, de la educación y de la literatura, el único que puede consensuar ortografía y normas».

Entiendo que la unidad de la lengua se manifiesta claramente en su registro elaborado culto, no en el de los usos coloquiales, cuya dispersión y heterogeneidad, sobre todo en los registros más bajos e informales, no es pasible de intervención normativa, en tanto a) responde a la no direccionable fuerza creadora de los hablantes, inmersos, después de quinientos años, en una gran variedad de tradiciones, tiempos, lugares y circunstancias, y b) se distribuye en una geografía inmensa, renuente a cualquier imposición unificadora. Es por ello por lo que una academia puede y debe actuar concentrada en la promoción, buena enseñanza y cultivo de aquel registro elaborado, el que es propio de la Administración, de la educación y de la literatura, el único que puede consensuar ortografía y normas, el que a un argentino le permite leer un periódico mexicano o madrileño (y viceversa), entender sin dificultad un noticiero emitido en Bogotá o Nicaragua, el que nos hace sentir que la lengua que empleamos en una ponencia para un congreso en Salamanca, o la de Lope de Vega, Galdós, Darío, Palma, Rulfo o Borges es la misma. Esquematizado el problema mediante un triángulo, va de suyo que ese nivel alto de lengua, de máxima unificación, representable por el vértice, influye (debería influir) modélicamente hacia abajo en el mayor cuidado y práctica de las otras variedades de creciente dispersión y decreciente formalidad, pero con especial atención a la usada y exigida en la enseñanza, en el periodismo, en los medios masivos y aun en las declaraciones de presentadores, actores, políticos y funcionarios, que suelen descuidar su tácita capacidad ejemplarizadora.

«Entiendo que la unidad de la lengua se manifiesta claramente en su registro elaborado culto, no en el de los usos coloquiales».

Permítaseme un corolario de cierre. Si bien la lengua es una capacidad innata del hombre y nace de su libertad, su empleo en sociedad no puede desvincularse de las preferencias, gustos y conductas que le dicta su circunstancia; con la salvedad que nace de las restricciones impuestas por la educación y el medio social (condicionamientos no siempre vinculantes), los hablantes pueden sobreponerse o someterse a aquellas. Y una experiencia de vida me dice que contra el mal gusto no hay remedio…

«Si bien la lengua es una capacidad innata del hombre y nace de su libertad, su empleo en sociedad no puede desvincularse de las preferencias, gustos y conductas que le dicta su circunstancia».

Quisiera agradecer públicamente al Dr. José Luis Moure el tiempo que se ha tomado para responder estas preguntas y el interés que mostró por esta publicación.

NOTA. Toda la información fue tomada del sitio oficial de la Academia Argentina de Letras: www.aal.edu.ar, con el correspondiente permiso de sus autoridades. Invitamos a todos los lectores a entrar en la página web para conocer más detalles de esta institución. Las fotos fueron cedidas por el Departamento de Presidencia y Relaciones Institucionales de la Academia. Agradezco su colaboración a todos los miembros de la Academia, que con su aporte invaluable hicieron posible esta nota.

Artículo publicado en el número 10 de Deleátur, la revista de los correctores de texto de UniCo. Consulta los números anteriores de Deleátur aquí.

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